“En la búsqueda del tono de su discurso poético Traba se ha lanzado al vacío con Agua de los ahogados. Se ha lanzado contra sí mismo, contra la poesía acartonada, contra algunos íconos de la izquierda cultural, contra la Iglesia Apostólica y Romana, es decir, no deja títere con cabeza. Y lo hace desde un discurso glotón, que devora todo lo que lee y escucha hasta forzar los límites de ‘lo poético’.” (Alejandro Gortázar)